domingo, 20 de septiembre de 2009

Juan Antonio Ramírez In Memoriam


El pasado 12 de septiembre murió Juan Antonio Ramírez. Era el mejor. Lo era cuando hacía historia, cuando hacía ensayo y cuando hacía crítica. Como muy pocos en el mundo del arte en España hacía justicia al verdadero significado de la palabra "escritor". No tuve la suerte de ser su alumno, aunque cada conferencia suya que pude escuchar fue para mí reveladora.

Ramírez es una de las personas que más me ha influido, y eso que nunca le conocí. Gracias a dos libros suyos, Corpus Solus y Edificios-cuerpo, empecé a hacer documentales. Una frase pronunciada por él en una charla en A Coruña todavía me ronda por la cabeza, alentándome continuamente en un proyecto que quizá algún día vea la luz. La frase era, literalmente: "No sé si esto es una tontería -se me acaba de ocurrir- pero tal vez el socialismo no hubiese sido posible sin la idea de obra de arte total de Wagner". Mucho antes, con apenas diez años, recuerdo haber pasado tardes enteras en la biblioteca municipal hojeando las fotografías de su libro La arquitectura en el cine, hipnotizado con el mundo de cartón-piedra de Hollywood. Posteriormente leí el libro, el cual además de hacerme entender por qué Los Angeles o Las Vegas fueron tan importantes en la posmodernidad arquitectónica, hizo que quisiera conocer el oficio de la dirección artística.

Me fascinaba que un mismo tipo se interesase por los decorados sobre los que bailaba Fred Astaire y por el Templo de Salomón, por la intelectualización de Marcel Duchamp y la locura de David Nebreda, por el aura y los cómics. Siempre me parecerá un ejemplo a seguir.

Aquí una de las últimas conferencias de Ramírez

miércoles, 9 de septiembre de 2009

¿Flaubert lo habría entendido?

One and Three Chairs, Joseph Kosuth, 1965

"
Hay muchas cosas que me dejan frío cuando las veo o cuando otros me hablan de ellas, pero que me entusiasman, me irritan y me hieren si hablo o, sobre todo, si escribo acerca de ellas"

Julian Barnes, El loro de Flaubert, Anagrama, p. 208

Quienes dicen que al arte contemporáneo le sobra discurso harían bien en pensar, después de leer esto, si no se han precipitado un poco al creer que con todas las obras de arte uno tiene que abandonarse al síndrome de Stendhal.