jueves, 27 de octubre de 2011

La más dulce perfección


Facebook -entre otras cosas- está acabando con este blog, que malvive desde hace meses. Es difícil que vuelva a escribir aquí con regularidad, aunque intentaré seguir haciéndolo de vez en cuando. En cualquier caso, procuraré ir enlazando los textos que publique en otros lugares. El último, éste en Jot Down sobre Steve Jobs y su mundo:

Ha tenido que morir para que nos diésemos cuenta de lo mucho que el gurú significaba para su secta. Sí, ya era un líder en vida, pero, ¿solo a mí me ha tomado por sorpresa la dimensión espiritual que muchos atribuyen ahora a Steve Jobs? Se destaca su labor como informático, se habla de Apple, de su familia de iAparatitos y de su labor cinematográfica, pero el tratamiento que se le está dando a su figura es más el de un profeta que el de inventor audaz. Lo que más circula por Internet son sus citas, supuestamente agudísimas, y un discurso que una vez dio en la universidad de Stanford, calificado una y otra vez, sin rubor alguno, de histórico. Cierto es que el legado de Jobs no solo le sobrevivirá, sino que más bien seremos nosotros quienes sobreviviremos conectados a él, durante bastante tiempo. Pero este software o aquel teléfono móvil siempre serán mejores que otros; es un asunto opinable y en el fondo secundario. Lo que Jobs aportó como “ideólogo” -su metáfora informática del mundo- fue algo más: un orden que oponer al caos. Una idea de perfección en la que...

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